jueves, 23 de agosto de 2007

sigue la velada

De pronto, el Señor del Valle del Chapulín abrío sus ojos y se dio cuenta que lo que pensó expresar fue un vistazo que transcurrió en tan sólo un parpadeo al ver danzar armoniosamente al señor del fuego, mientras reflexionaba; notando además que al ver sus ojos, el Señor del Valle del Conejo percibía su pensar. Es así como humildemente y con actitud amorosa el Señor del Valle del Conejo dijo: Hermano, antes que mis palabras puedan ser malinterpretadas como un lamento o queja, y por la trascendencia de lo tratado, que el Uno me conceda explicar el néctar del mensaje.

"Es cierto que los códices de todos los tiempos desde el primer sol nos dicen que somos de la misma escencia del Creador, que somos uno con ÉL. y que lo más importante es volver a ÉL, lo cual constituye el propósito de la vida humana independientemente del deber que se cumpla. Sin embargo, saber no es lo mismo que conocer. Es decir, sin experimentar esa unión con Dios mientras se vive en el cuerpo físico, la teoría no es suficiente para literal y tangiblemente fundirse en ÉL y expresar: YO y mi PADRE SOMOS UNO, como lo han hecho las almas realizadas. Unión que permita tener verdadero control de nuestra propia vida y meor aún, VIVIR verdaderamente y AMAR no sólo al prójimo y al enemigo, sino a todo ser viviente en el universo; para finalmente lograr ser un Colaborador Consciente del Plan Divino. Será entonces cuando se disfrute verdaderamente y sea posible mantener una felicidad constante, permanente, incambiable... ETERNA. Esto no impide que de baktún en baktún utilicemos este mundo para lograr tal propósito, ni el que se disfrute de la cosecha, la milpa, del fuego, del aire y de la tierra; pero un Hombre verdaddero alcanzará la felicidad plena cuando TODOS sus hermanos también la hayan logrado; mientras tanto sólo habrán alegrías pasajeras"

Acto seguido, el Señor del valle del Conejo juntó sus manos en reverencia al Señor del Valle del Chapulín y ambos la manifestación infinita del UNO...

miércoles, 1 de agosto de 2007

Noches bajo la sexta luna.

Un noche bajo la sexta luna se encontraban el señor del Valle del Chapulín y el señor del Valle de los Conejos tratando temas divinos, aunque su cosmogonía a primera vista era igual, tenían ciertas diferencias en cuanto a dioses menores, pero la esencia de Dios en las dos culturas era la misma, y sobre sus convergencias discutían sobre la finalidad del hermano hombre en este plano.
El señor del Valle del Conejo tenia la idea de que en este plano solo se venia a sufrir, era una especie de castigo del señor por alguna ofensa hecha por los antiguos, y lo mejor era soportar, hacer el mejor papel posible y esperar la condescendencia de los Dioses y pasar a otro plano después de la muerte, uno con paz y alegría, donde se caminara junto a las divinidades; y la única forma de hacer un buen papel en este plano era llegar a ser uno con el gran creador, unificarse en su ser y lograr hacer su voluntad divina en esta tierra.
El señor del Valle del Chapulín lo escucho en silencio mientras veía el hermoso espectáculo de la vía láctea sobre sus cabezas, y de vez en cuando viendo al señor del fuego danzar sobre la fogata mientras el señor del valle del conejo exponía sus ideas.
- “Hermano – dijo el señor del Valle del Chapulín – entiendo el porque de tus ideas sobre un mundo tenebroso, donde sólo se trabaja por maíz, donde no se disfruta, donde sólo el poderoso puede ser feliz a nuestros ojos . . . pero en mi corazón la realidad es diferente, cuando el gran señor nuestro Dios explotó y se dividió en miles para poder ser uno y todo al mismo tiempo, no hizo polvo estelar de diferentes calidades, el formó el universo de sus entrañas, formó a la pacha mama de su mismo ser, y nos sacó del horno primordial con los mismos materiales con los que él se desintegró, por lo que no podemos buscar ser uno con él, cuando ya lo somos, cuando tu pensamiento y el mío son el de él, cuando tus pasos son los de él, cuando el vuelo del águila y los pasos del jaguar son los pasos tuyos, de tu gente. De Dios, no se debe buscar el ser uno con él, cuando ya lo somos, se debe recordar nada mas eso, que nos hizo divinos, y que debemos honrar eso, y guiar nuestros pasos y pensamientos desde el momento que nacemos hasta que morimos como parte de Dios que somos, y gracias a nuestra parte divina entender que todo lo podemos, que esta nuestra vida sólo es un reflejo de lo que somos, que cada piedra que se pone en nuestro andar la pusimos nosotros, que si vemos el mundo como dominado por el señor de las tinieblas es por que es nuestra voluntad que así sea, el señor nuestro Dios es tan generoso que nos deja crear nuestra realidad, nos da la libertad de sufrir o de brillar, pero no nos damos cuenta de ello, perdidos en la cotidianidad de nuestra creación, nos olvidamos de la guerra florida y sólo vivimos por vivir, no por crear, no por honrar el ser una parte Divina y crear amor a nuestro alrededor, no se puede aspirar a pasar a un plano mas elevado si no podemos entender nuestra divinidad en este plano, no podemos aspirar a caminar junto a los señores del viento o de la tierra, del cielo o las estrellas si no podemos crear amor aquí, en este mundo que está lleno de amor, y al mismo tiempo que lo necesita tanto. Claro que debemos aspirar a caminar mas cerca de lo divino, pero primero debemos recordar la parte divina en nosotros, y caminar en este mundo cambiando para bien lo que debemos cambiar, no podemos quejarnos de lo que pasa a nuestro alrededor, si todo tienen un plan, un fin, una enseñanza, todo fue hecho por Dios, por lo que nada esta mal hecho, pero debemos recordarle a los que olvidaron que son uno con el creador, y que en cualquier momento pueden cambiar su vida y seguir nuevos pasos, más alegres, más felices, todo depende de que tanto se acuerden que solo somos polvo de estrellas, y las estrellas brillan, aún en el mundo del señor de las tinieblas.”
Se quedaron callados, los dos viendo de nuevo al señor del fuego danzar bajo la luna, el señor del Valle del Conejo había visto de reojo como el fuego se calmaba y se acurrucaba para escuchar las verdades dichas por el hermano del valle del Chapulín, y como al finalizar dio chispazos de alegría al estar de acuerdo con lo expuesto, y ahora bailaba con gran fuerza, iluminando la velada de sabiduría que sabia sólo estaba comenzando.


Sigurd